Don Hernando de Lerma y Juan Torino de Viana siempre fueron vagos … por eso no inundamos.

La teoría de las inundaciones en Rosario de Lerma nos transporta a una época de los españoles y lideres locales y notables como Don Hernando de Lerma y Torino de Viana. Ellos decidieron que caminar largas distancias para encontrar agua era simplemente demasiado trabajo. ¡Y quién puede culparlos! Después de todo, ¿quién quiere sudar la gota gorda bajo el sol sudamericano cuando se puede simplemente establecerse una ciudad al borde de un río y disfrutar de la vista?

Resulta que estos intrépidos antepasados nuestros, con su aguda comprensión de la topografía local (o la falta de ella), optaron por establecerse en lugares convenientes, cerca de los ríos naturales. Seguramente, la idea de que estos ríos podrían tener sus propias opiniones sobre la propiedad de la tierra no cruzó sus mentes. Después de todo, ¿qué podría salir mal al construir cerca de un río que, de vez en cuando, decide invadir tu hogar?

Publica Eduardo Hanna De derecha a izquierda ….??? Decada de 1960
Chicho Tanus, Chita Ramírez, Modesto Elias, Silvia Elias, Moya, Lita Velarde, Ermelinda (mi vieja), el de la punta Eduardo Hanna

Aunque podríamos reírnos de su falta de perspicacia geográfica, no podemos evitar preguntarnos si, en realidad, los españoles estaban simplemente tratando de hacer honor a su fama de «tomárselo con calma». Es como si dijeran: «Sí, construyamos aquí, cerca del río. Es conveniente y, bueno, si alguna vez nos inundamos, al menos tendremos una piscina improvisada».

Sin embargo, aquí estamos, siglos después, enfrentando las consecuencias de sus decisiones. Aunque hemos cubierto nuestras ciudades con concreto y acero, la naturaleza siempre parece encontrar la manera de recordarnos quién manda realmente. Es como si la tierra se estuviera riendo de nosotros, diciendo: «¡Oh, humanos! ¡Tan ingeniosos y tan ignorantes a la vez!».

En resumen, la teoría de las inundaciones en Rosario de Lerma nos ofrece una lección de humildad envuelta en capas de ironía histórica. Nos recuerda que, a veces, la conveniencia puede resultar ser un arma de doble filo y que, aunque intentemos dominar la naturaleza, siempre existirá la posibilidad de que ella nos recuerde quién está realmente a cargo.

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