En la aparentemente tranquila ciudad de Rosario de Lerma, la democracia parece verse amenazada por prácticas que deberían estar desterradas de cualquier sistema político que se precie de respetar los derechos y las libertades fundamentales. En medio de un clima electoral marcado por la diversidad de ideas y propuestas, surge una preocupante sombra de intolerancia democrática que debe ser abordada y condenada.
El Intendente Enrique Martínez, figura central en la administración de Rosario de Lerma, ha sido señalado por despedir a empleados municipales y funcionarios bajo la sombra de la persecución ideológica. Este accionar, que socava los principios fundamentales de la democracia, se basa en la supuesta falta de apoyo a la ideología política del mandatario, específicamente por respaldar públicamente al candidato libertario Javier Milei de cara a las próximas elecciones del 19 de noviembre.
La Lic. Romina Choque fue despedida por su ideología política del municipio de Rosario de Lerma. Un accionar de Enrique Martinez que debe ser repudiado por todo el arco político local.
La intolerancia democrática, entendida como la incapacidad de aceptar y respetar las diferencias de opinión dentro de un sistema democrático, se manifiesta de manera alarmante en este contexto. El despido de empleados y funcionarios por motivos ideológicos es una afrenta directa a los principios de pluralidad y libertad que deben regir cualquier sociedad democrática.
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El derecho a la libertad de pensamiento y expresión son piedras angulares de cualquier sistema político que se precie de ser democrático. Los ciudadanos y empleados públicos no deben ser coaccionados ni discriminados por sus preferencias políticas, y mucho menos perder sus empleos por no respaldar una ideología específica.
Resulta particularmente inquietante que estos actos de intolerancia democrática se lleven a cabo en un periodo electoral, cuando se espera un debate enriquecedor y plural que permita a los ciudadanos tomar decisiones informadas. La diversidad de opiniones y la posibilidad de expresarlas sin temor a represalias son esenciales para garantizar que la democracia funcione de manera saludable.
Es imperativo que la sociedad civil, los partidos políticos, y los defensores de los derechos humanos condenen este tipo de prácticas y exijan un comportamiento acorde con los principios democráticos. La democracia no es solo un sistema de gobierno, sino un conjunto de valores y prácticas que deben ser defendidos y promovidos activamente.
La situación en Rosario de Lerma pone de manifiesto la fragilidad de nuestras instituciones frente a la intolerancia democrática. Es responsabilidad de todos los ciudadanos y actores políticos unirse en defensa de la democracia y rechazar enérgicamente cualquier forma de persecución ideológica que amenace los cimientos de nuestra convivencia democrática.
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