El municipio de Rosario de Lerma ha anunciado un nuevo plan de señalización con códigos QR para ordenar el tránsito pesado y proteger la infraestructura urbana. Sin embargo, este ambicioso proyecto choca con una realidad ineludible: las calles destruidas y llenas de pozos que imposibilitan el normal desarrollo del tránsito, especialmente para camiones de gran porte.
El sistema busca dirigir a los conductores de camiones por rutas específicas, utilizando códigos QR instalados en señaléticas, con el fin de reducir el impacto del tránsito pesado en las zonas residenciales y mejorar la seguridad vial. Walter Torres, Director de Tránsito de la Municipalidad, explicó que el programa está destinado a desviar el tránsito pesado hacia rutas habilitadas que conectan con las principales industrias de la zona, como la curtiembre, la tabacalera y las plantas de áridos.
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No obstante, este proyecto se enfrenta a la dura realidad del estado de las calles de Rosario de Lerma. Con baches profundos y un evidente deterioro, muchas de las arterias que deberían ser transitadas por estos camiones no están en condiciones de soportar el paso de vehículos pesados. La falta de mantenimiento y reparación hace inviable la circulación segura, tanto para camiones como para vehículos particulares. Los vecinos se ven afectados diariamente por el mal estado de las calles, lo que incrementa los riesgos de accidentes y dificulta la movilidad.
El intendente Sergio «Topo» Ramos, lejos de abordar esta problemática estructural, parece concentrado en vender ilusiones. Este plan de señalización con QR, aunque suena innovador, se presenta más como un intento de mostrar gestión donde no la hay. En palabras de muchos críticos locales, es un proyecto delirante que no aborda los problemas reales que enfrenta la ciudad. «Es imposible hablar de avances tecnológicos cuando las calles están intransitables«, señalan vecinos y comerciantes afectados por la falta de atención a la infraestructura vial.
Mientras tanto, la circulación de camiones en el casco céntrico sigue siendo un desafío, no por falta de señalización, sino por la imposibilidad de transitar adecuadamente en calles deterioradas. El plan de QR, en lugar de ser una solución, parece ser una estrategia para «vender» algo a la tribuna y desviar la atención de las verdaderas necesidades de la ciudad. Sin una inversión seria en la reparación de las calles y un mantenimiento constante, cualquier intento de modernización resulta inviable