El pasado 25 de febrero, con el rito de la quema del pujllay, se terminó el carnaval en Rosario de Lerma. Todo parecía indicar que el intendente Martínez había levantado el aplazo que sacó en las primeras noches de corsos, pero lo cierto es que, ese aplazo creció a un súper aplazo, por lo menos algo creció en medio de la crisis.
Muchas fueron las quejas de los vecinos por la mala organización de los corsos este año. Desde el elevado precio de las entradas, la falta de iluminación, hasta la impuntualidad y los grandes espacios inútiles entre cada agrupación; aunque a decir verdad, la inutilidad caracteriza a esta nueva gestión.
Y como frutilla del postre, en estos días al conocerse la puntuación del jurado, varias de las agrupaciones manifestaron su descontento no sólo con la cuestionada identidad de los miembros del jurado, sino también con la comisión organizadora por el evidente prefiritismo para con algunas agrupaciones. Falta de criterio es lo que de verdad faltó y la poca seriedad con la que el Intendente Enrique Martínez y su gabinete organizaron el corso ha hecho que hoy en día el carnaval de Rosario de Lerma sea uno de los peores de la provincia y los buenos vecinos como la comparsa los «kimbas» terminen por decidir seguramente no volver a nuestra ciudad, por el mal trato recibido.
Lo único bueno del corso fue ver un verdadero chófer de tractores, manejando uno y desfilando por la tradicional avenida, al final Don Martínez develó lo que el diablo le pidió cuando firmaron el pacto, que sea su chófer personal.
Comunicado oficial en la página de la comparsa: Los Kimbas
