La Casta muy instalada en Campo Quijano. Ñoqui del Senado Nacional y Funcionario Municipal.

En un nuevo episodio de nepotismo y malas prácticas políticas, el nombre de Javier Zambrano, estrecho colaborador y empleado Ñoqui del senador nacional Juan Carlos Romero, vuelve a resonar en el ámbito municipal. Esta vez, su presencia como Coordinador de Intendencia en la Municipalidad de Campo Quijano ha desatado una ola de críticas y preocupación entre los ciudadanos.

Zambrano, quien ostenta un cargo como asesor político del ex gobernador en el Senado de la Nación, parece haber extendido su influencia a la gestión municipal de Campo Quijano. Esta conexión con el romerismo no solo plantea serias interrogantes sobre la independencia y la transparencia en la administración pública, sino que también evidencia un patrón de comportamiento poco ético y preocupante.

La polémica en torno a la situación de Zambrano fue destapada por el ex concejal Ariel Gallardo, quien hizo público el conflicto a través de sus redes sociales. La revelación ha suscitado un debate sobre la legitimidad de su doble rol como asesor político y funcionario municipal, así como sobre la influencia que el romerismo ejerce en la toma de decisiones locales.

Desde el municipio se ha intentado calmar las aguas, argumentando que la designación de Zambrano en la comuna se basa en criterios de gestión y no tiene relación con su afiliación política. Sin embargo, resulta difícil ignorar el historial delictivo de Zambrano, quien ya había ocupado un cargo público en la Municipalidad de Rosario de Lerma bajo la gestión del ex intendente Enrique Martínez.

Su paso por Lerma estuvo marcado por una gestión cuestionada y poco transparente, lo que generó preocupación entre los ciudadanos y puso en entredicho su idoneidad para ocupar cargos de responsabilidad pública. Ahora, con su presencia en Campo Quijano, existe el temor de que Zambrano reproduzca los mismos patrones de mala gestión y nepotismo que caracterizaron su paso por Rosario De Lerma.

Es evidente que Zambrano no es el tipo de funcionario que Campo Quijano necesita en estos tiempos de desafíos y transformaciones. Su vínculo estrecho con el romerismo y su historial de mala gestión lo convierten en una amenaza para el desarrollo y el bienestar de nuestra comunidad. Es responsabilidad de las autoridades locales y de los ciudadanos rechazar este tipo de prácticas y asegurar que quienes ocupan cargos públicos sean personas íntegras, competentes y comprometidas con el interés general de la comunidad y no simples paracaidistas oportunistas.

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