El triste papel de Aurelia Córdoba en el Concejo. Cuando la obsecuencia destruye una ciudad.

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El Concejo Deliberante de Rosario de Lerma, bajo la presidencia de Aurelia Córdoba, ha tocado fondo en su misión de representar los intereses del pueblo. Lejos de ser un espacio de debate, control y propuestas para el bienestar de los vecinos, se ha convertido en una mera oficina satélite del intendente Sergio «Topo» Ramos. La incapacidad de Córdoba para liderar con autonomía y su servilismo político son un claro ejemplo de cómo la obsecuencia y el amiguismo destruyen la esencia misma de la política.

Aurelia Córdoba, en lugar de actuar como la máxima representante del cuerpo legislativo, segunda autoridad de la ciudad, parece haber asumido el rol de portavoz del ejecutivo municipal. Acata sin cuestionar las imposiciones del intendente, demostrando una preocupante falta de criterio y liderazgo. ¿Qué significa esto para Rosario de Lerma? Una ciudad donde los controles son inexistentes, las decisiones pasan por un solo hombre y los intereses políticos priman sobre las verdaderas necesidades del pueblo.

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A esta preocupante situación se suman las dantescas actuaciones de los concejales Emmanuel Aguirre y Marcelo Yonar, quienes pertenecen a la misma lista que Aurelia Córdoba. Su paso por el Concejo Deliberante no ha dejado nada beneficioso para la comunidad. Con decisiones sin rumbo y una alarmante falta de compromiso, su desempeño refleja el mismo patrón de obediencia ciega y amiguismo político, perpetuando un modelo que obstaculiza el progreso de Rosario de Lerma.

La obsecuencia política no es solo una falta de carácter; es una traición al mandato que los vecinos confiaron a sus representantes. En un contexto donde el amiguismo reina, las decisiones no se toman pensando en el bien común, sino en devolver favores de campaña, perpetuar alianzas y consolidar el poder de unos pocos. Esto no solo genera un desgaste institucional, sino que margina a Rosario de Lerma del desarrollo que tanto necesita.

Es preocupante que el Concejo Deliberante, un espacio diseñado para equilibrar y controlar los poderes, se haya convertido en un sello de goma. Desde la falta de fiscalización hasta la aprobación de iniciativas sin fundamento, el desempeño de Córdoba, Aguirre y Yonar deja mucho que desear. Su papel como representantes es el reflejo de lo que ocurre cuando los intereses personales y la lealtad ciega a un líder político se imponen sobre el deber de trabajar por la comunidad.

Rosario de Lerma necesita representantes con carácter, capaces de pensar por sí mismos y de defender los intereses de los vecinos, incluso si eso significa enfrentarse al poder. La política debe ser una herramienta para el cambio, no una plataforma para el servilismo. La ciudad merece un Concejo Deliberante que trabaje para solucionar problemas, no para perpetuarlos.

El pueblo debe exigir a sus representantes independencia, coraje y compromiso. Porque solo así Rosario de Lerma podrá recuperar la credibilidad en sus instituciones y construir un futuro verdaderamente democrático y justo.

Para Recordar:
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